jueves, 4 de agosto de 2011

La teta sonriente

Mi hija Olivia ve el mundo con sus ojitos almendrados de manera expectante... Mira la cara y el aura de la gente y - la mayoría de las veces -  sonríe y le sonríen a ella.
A mí probablemente me ve como la teta sonriente, esa que la alimenta, la nutre, la ama... y le sonríe.
Ser una teta sonriente es la experiencia más mágica y difícil que me ha tocado vivir. Mágica, puesto que no hay otra palabra que describa mejor la hermosa responsabilidad de cirar a una personita y la conexión de almas que se genera.  Y difícil, puesto que dejo mi identidad aguardando por mí para más adelante, para fusionarme con este ser Energético y Magistral.
Amo haberme convertido en la teta sonriente, amo la posibilidad que me da la Naturaleza de ser madre, amo haber parido naturalmente a mi hija y a mí como madre, amo mi cuerpo flacucho, amo el torbellino emocional que estoy viviendo, amo al universo por regalarme paz, amo la armonía que trajo Olivia, amo los tutos saltados, los besos babosos, los pañales que lavar, sus manitos rechupeteadas en mi cara, el olor de su cuello, los juguetes en el auto, la cocina y el patio, los colores del arcoiris en mi vida, la danza divina en la cama familiar, y - una vez más - amo ser la Teta Sonriente....
MadreLeyla.

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